
Investigadores de la Universidad de Oviedo, en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) y otras universidades, han llevado a cabo un estudio que revela la importancia de los pingüinos en el equilibrio de la Antártida, pero también señala que pueden actuar como una fuente de contaminación en este frágil ecosistema.
El equipo científico ha documentado la presencia de diversos contaminantes en los suelos de colonias de pingüinos en las islas Livingston y Decepción, al noroeste de la península Antártica. Entre los contaminantes encontrados se incluyen nutrientes, metales como cobre y zinc, y compuestos orgánicos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs).
Se ha observado que los pingüinos pueden transferir contaminantes desde el medio marino hacia los ecosistemas terrestres antárticos, con múltiples fuentes identificadas, como la actividad biológica de las aves, la actividad volcánica en la isla Decepción y la actividad humana asociada a bases científicas y turismo.
Aunque los niveles de contaminantes detectados no superan los límites de alarma, el aumento de precipitaciones y el deshielo del permafrost debido al cambio climático podrían movilizar estos contaminantes hacia lagos y zonas costeras, poniendo en riesgo a especies sensibles y alterando las cadenas tróficas polares.
Los investigadores destacan la importancia de este hallazgo, que subraya la fragilidad de los ecosistemas antárticos frente al cambio climático global. El estudio se llevó a cabo en las islas Livingston y Decepción durante febrero y marzo de 2018, gracias al proyecto Cronoantar y al apoyo de diversas entidades gubernamentales y de investigación.
En resumen, si bien los pingüinos son fundamentales para el equilibrio de la vida en la Antártida, también representan una fuente potencial de contaminación en un entorno extremadamente frágil. Es crucial seguir investigando y monitoreando estos impactos para proteger la biodiversidad única de la región antártica.
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